El Camino Review By Ygor Deyko Ruiz Sanchez
En la antigüedad, fue la tradición oral y la labor de los juglares quienes se encargarían de perpetuar, para la posteridad, los hechos que hoy estudiamos, conocemos y tratamos de comprender: la historia. Con el paso del tiempo (imprenta de por medio), hemos accedido a historias que se escriben para ser leídas y otras, que también y todavía se cuentan. En la música, sin embargo, las historias se escriben sobre el pentagrama para ser cantadas, escuchadas y también bailadas. Es el caso de EL CAMINO, la nueva y fascinante historia de William Mendoza, director fundador de LATIN HEARTBEAT ORCHESTRA, quien nos comparte su nuevo trabajo musical que ha dividido en diez interesantes capítulos sonoros, que unen mágicamente escenarios y vivencias donde Puerto Rico, New York (Manhattan & Brooklyn), Florida y Connecticut, la familia, las amistades y la música -sobre todo- son la columna vertebral de la historia que hoy les presentamos, convencidos de que al leerla y escucharla luego, o si la escuchó y leyó después, sea parte -también- de esta historia, mejor dicho, de este camino:
EL CAMINO
Decía el poeta español Antonio Machado: “…Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar. / Al andar se hace el camino, / y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar. El maestro compositor Lino Iglesias recoge la idea que William Mendoza (protagonista central de la historia) selecciona como nombre de la producción y el abre fuegos de ésta: el capítulo inicial y encargado de “enganchar” e invitar a quien escuche, a continuar prestando atención a ésta, su historia. Una de marchas y contramarchas, forjando el destino propio en base a esfuerzo, trabajo y dedicación, pero también de música, mucha música, la única responsable de brindar alegría en el tránsito de ese camino: ese que aún tiene muchos tramos por recorrer, pero que hoy describimos hasta este punto. Graficamos y compartimos, pero por sobre todo celebramos y bailamos el transitar de ese camino (“El Camino” de Mendoza) bajo el arreglo del pianista Edwin Sánchez, quien hace lo suyo, como corresponde, en un trabajo exigente y de excelencia como éste.
DOÑA SOLEDAD
Marina Pérez de Mendoza, vio la luz del mundo en Caguas. Allí transcurrieron sus años mozos. Allí también conoció el amor y trajo al mundo al pequeño William. Luego, como en muchas de las historias que conocemos o hemos escuchado, partió en busca del sueño de la realización económica y personal junto a los suyos. Manhattan primero y luego Brooklyn la acogieron. Allí también hizo camino y escribió su historia, una de mucho sabor, y de la que pueden dar cuenta jóvenes trabajadores oriundos de Salinas (Puerto Rico) y afincados en La Gran Manzana. Ellos en su calidad de comensales, disfrutaron de sus conocimientos y secretos gastronómicos, pero fueron a su vez el puente perfecto para el pequeño William con la tradición cultural y musical de La Isla Del Encanto. Sin embargo, como es ley de vida, los hijos en algún momento del camino deciden transitar el suyo propio, separándose de la fuente que procuró nuestra existencia, dando así espacio a la añoranza, tal vez a la tristeza y muchas veces a la soledad. Miguel Rodríguez se apropia de la historia y la escribe, Eddie Rivera aporta la melodía y Ray Santos, El Gigante del Arreglo, cierra el círculo de este relato que seguirá su camino y cobrará vida en todo aquel que la escuche y se identifique con ella.
MI PADRE UN TRABAJADOR
Luis Mendoza, nació en Aibonito a la luz de una estrella que se apagó muy pronto. Huérfano a los diez años y desamparado completamente a los doce, debió de dejar los juegos y la inocencia que caracterizan a quienes gozan del cariño y la protección de sus padres. Las calles y barrios del área registraron las huellas de su caminar vendiendo frutas o haciendo cualquier otra labor que le permitiera su sustento. “Afortunadamente”, la mayoría de edad llegó con una oportunidad: cruzar el charco en busca de mejoras económicas. Los salares de Bonneville (Bonneville Salt Flats) en el estado de Utah (EE.UU.), fueron el nuevo hábitat del emprendedor joven aiboniteño, quien a su corta edad ya sabía de tristezas y amarguras, también de trabajo y de sacrificios. Algunos años después, ahorros en mano, regresó a la Isla de sus amores, allí conoció a Marina Pérez, formó un hogar, pero algunos años después, correspondió emprender nuevamente el viaje, a seguir haciendo camino, esta vez junto a los suyos. José “Pepe” Ríos y Ángel “Pajay” Torres, compositor y arreglista, unen talentos para rendir el homenaje que William esperaba tributar al autor de sus días. Se predica con el ejemplo, reza un viejo dicho, que se ajusta a las características especiales de Luis Mendoza: esposo, padre y gran trabajador.
RIVINGTON STREET
La calle Rivington en el Lower East Side (Loisaida) al sureste de Manhattan, rinde homenaje al periodista James Rivington, pero Rivington Street, en El CAMINO, recoge las vivencias musicales de los primeros años de William Mendoza, constituyéndose -por excelencia- en una oda musical instrumental a ese tramo del camino en el que se agolpan y convergen las sonoridades adquiridas: en casa (a través de los comensales oriundos de Salinas y de un maraquero natural de Ponce quien era padrino de su hermana menor), su incursión como bajista de ritmos locales (rock, R & B) y, su formación en el centro comunitario donde los steel drums fueron la excusa perfecta para de lleno incursionar en la sonoridad afroantillana y caribeña. Edwin Sánchez por partida doble: composición y arreglo, refleja ese transitar. Lo demás es imaginación pura: esa que se alcanza cerrando los ojos y abriendo la mente para rescatar los recuerdos, experimentando y haciendo camino, al andar.
ASÍ ES LA VIDA
Podemos comparar la vida con una escuela de la que, a lo largo de nuestras vidas, vamos recogiendo enseñanzas. Se aprende en el día a día, aprendemos también de otros y más aún, de los errores propios. La trayectoria o el camino transitado es la evidencia del éxito alcanzado o por alcanzar, no hay espacio para el fracaso, no al menos si hay vida y ganas de echar para adelante. “El que no oye consejo, no llega a viejo” dice una vieja sentencia, y quien la siga hace gala de sabiduría (“es de sabios saber escuchar) pero también de humildad: la llave maestra para las relaciones humanas. No hay que rendirse ante el primer fracaso, recuerde que el éxito no consiste en no haber caído nunca, más sí en haber tenido la capacidad de levantarse, las veces que haya sido necesario. La fórmula del éxito en este corte es el binomio Julio Salgado y Pablo “Chino” Núñez, inspiración precisa y arreglo redondo, que Mendoza capitaliza en esta trama musical que describe su camino al éxito.
LA CALLE RUMBA
New York, La Capital Del Mundo, fue el crisol donde la fusión de culturas y sonoridades diversas, dieron paso al apasionante movimiento salsoso (amén de otros ritmos, géneros y estilos musicales: antes y después). El edificio donde la familia Mendoza Pérez habitó tenía seis pisos y 6 apartamentos por piso, en la que convivían de manera armoniosa afroamericanos, chinos, italianos y latinos, obviamente. La generación de William creció escuchando la radio y viendo los programas televisivos que fueron vitrina para las nuevas propuestas musicales que sucedieron a las que los años 40, 50 y 60 parieron. La calle fue escuela musical pero además el termómetro vivo de la efervescencia de la juventud creadora, cuyos laboratorios se extendieron a los clubes y salones de baile, templos del gozo accesibles a través de cualquier calle rumba de La Babel De Hierro. Turno para Reinaldo Torcat y Charlie García, quienes confabulan para recrear nostálgico escenario descrito a dos voces.
NO HAY AMOR
Corte que tiene historia: por un lado, la de su compositor (Junior Toledo) y la que dio paso al arreglo (Joe Vélez); la de su grabación y pormenores posteriores a este hecho, por el otro. Pero también, y de manera especial, la de la vida misma del propio William Mendoza. Lo que antecede y se deduce: el proceso de caminar junto a la pareja, abrigados por la llama del amor. Llama que se apagó, sin embargo, en determinado momento del camino, que obliga a tomar la civilizada decisión de ir por vías separadas. Dos voces, representando a la pareja, protagonizan el hecho concreto que la inspiración quiere resaltar: la ruptura amorosa. Un mensaje puntual cobra relevancia, quizás el propósito central más allá de la historia real: el diálogo, la aceptación, el mea culpa, el acuerdo y, desde ese punto, volver a echar los pasos a andar, a curar las heridas del corazón para finalmente intentar ser feliz nuevamente.
ADIOS VIEJO SER
El proceso del cambio personal es la materia prima para la pluma de Juan Ortiz Ortiz, quien da cuenta en esta su inspiración del indispensable renacer en el crecimiento y maduración de toda persona. Las huellas dejadas en el camino, sin embargo, habrán de recordarnos ese pasado al que en algún momento echaremos un vistazo para en su evocación, procurar no volver a cometer viejos errores, pero también para rescatar lo grato y lo bueno, y entonces imitarlo o mejorarlo. La siguiente estación del camino tras la ruptura graficada musicalmente en el corte anterior, tiene como protagonista a William Mendoza, ahora un ser humano renovado, dispuesto a amar y a ser amado, y con el ánimo necesario y el conocimiento apropiado para seguir en la brega. Apelando a los dichos populares, el tropezar con la misma piedra no está permitido. El marco musical se centra en el arreglo de Luis Ginés quien, en su encomienda, nos proyecta un nuevo amanecer, un grato despertar al amor y a la vida: una nueva, por supuesto.
AUNQUE NO SEA TU DUEÑO
I´LL GET BACK YOU TOMORROW
La amistad cuando es buena tiene principio y fin, en el buen sentido de la palabra. Se va con el amigo cuando éste emprende su tránsito a la otra dimensión. La finitud de nuestra existencia y la temporalidad de los actos realizados se deben procurar perpetuar, y la música es vehículo para ello. William Mendoza decide hacer, algunos meses atrás, esta pieza de jazz: ese es el punto de partida del presente corte. Había decidido visitar por aquellos días a un amigo cuya salud se había quebrantado considerablemente. Estando en su casa le pregunta: “Si debieras hacer un corte de jazz, ¿cómo tú lo harás?” Los siguientes minutos fueron de intercambio de ideas y de musicalidad, pero el amigo estaba ya muy débil, algunos minutos después solicita ir a descansar, se dirige a William y le dice: “Will You Get Back Me Tomorrow”. Dos días después partió al infinito, y esta composición es el homenaje para él. Un amigo que la vida puso en su caminar para hacer el tránsito más ameno, un compinche musical que vuelve a cobrar vida en esta inspiración. Y como si fuese una película, quién mejor que Francis Rodríguez para realizar esta encomienda completa: composición y arreglo.
Ponemos fin a esta historia no sin antes mencionar a quienes hacen posible escucharla:
Julio Salgado, responsable de todas las interpretaciones (a excepción de los instrumentales obviamente), cantante principal de The Latin Heartbeat Orchestra desde el día uno, voz característica del sonido latino de esta agrupación con centro de operaciones en Connecticut. Nayibe “La Gitana” (María Fernández, su nombre de pila) y Frankie Vázquez “El Sonero Del Barrio”, invitados especiales para conformar, cada uno por separado y en apropiados temas, sabroso (Frankie) y sentido (Nayibe) dúo junto a Salgado.
El marco musical, que si bien es cierto recoge lo que los arreglistas de turno plasmaron en el pentagrama, no pueden quedar en el anonimato: su talento y aportación, los hacen parte de este camino, de EL CAMINO: